ANÁLISIS DE IMAGEN - CAMILA AYELEN URIBE
“Puerto Rican boys with a baseball bat on a Sunday afternoon, NYC, 1963”, es una fotografía realizada por la fotógrafa estadounidense Diane Arbus. Fue capturada en 1963 en un parque de la ciudad de Nueva York, en un barrio de clase trabajadora con una fuerte presencia puertorriqueña. Este dato explicitado en el título es sumamente importante ya que la escena ocurre en un periodo marcado por tensiones raciales, luchas por los derechos civiles y procesos migratorios internos en Estados Unidos. La elección de retratar a dos niños latinos en un espacio urbano inscribe a la imagen en un contexto de desigualdad estructural y marginalidad cultural. Arbus, desde una mirada frontal e incómoda, se aleja de los cánones idealizados para dar visibilidad a distintas identidades, es por ello que este retrato documental de carácter icónico y simbólico funciona a la vez como testimonio social y dispositivo de interpelación. La mirada directa de los sujetos, sus expresiones tensas, los cigarrillos en sus manos y la proximidad física sugieren una suspensión del tiempo, una escena cargada de significado más allá de lo visual.
La imagen fue tomada con una cámara Rolleiflex 2.8F, este tipo de cámara utiliza película 120 en blanco y negro, lo cual proporciona un negativo de 6x6 cm, caracterizado por un alto nivel de detalle y una profundidad tonal notable. La lente fija de la Rolleiflex es una Carl Zeiss Planar de 80 mm, equivalente aproximadamente a un 50 mm en formato completo, lo que proporciona una perspectiva natural y sin distorsiones, con una apertura estimada de f/5.6 a f/8 y una velocidad cercana a 1/125 s. Esto se puede notar en una medida aproximada ya que se ve una profundidad de campo intermedia que mantiene a los sujetos nítidos y el fondo suavemente desenfocado.
No se identifican fuentes artificiales de iluminación, la toma fue realizada en un exterior con una luz natural difusa, posiblemente durante un día nublado, lo que produce una atmósfera homogénea y sin sombras marcadas.
Se trata de una toma directa, sin intervención digital ni manipulación de negativo. Desde una perspectiva técnica, la imagen es sólida, presenta una excelente calidad de enfoque, exposición y composición. La nitidez es adecuada, el rango dinámico está bien equilibrado, y la composición otorga protagonismo a los sujetos sin perder contexto ambiental. La leve presencia de grano es coherente con el tipo de película y contribuye a la estética general.
La imagen retrata a dos adolescentes puertorriqueños en la vía pública, en posición frontal. Sus rostros, serios, atentos, incluso desafiantes, conectan directamente con la cámara. Hay un equilibrio compositivo que no es casual, los cuerpos están simétricamente dispuestos, lo cual refuerza el carácter dual del retrato (entre niñez y adultez, juego e intimidación, identidad y estigmatización). Es por esto que lo que se destaca en la imagen no es una acción específica, sino el clima que transmite, juventud, construcción identitaria, desafío y pertenencia a un entorno social. Los chicos visten de manera simple, con prendas que remiten a un contexto obrero y se presentan con firmeza. Su mirada directa a la cámara disuelve la distancia entre quien mira y quien es mirado, creando una conexión incómoda pero cargada de cercanía.
Más allá de lo estrictamente observable, la fotografía puede leerse como una reflexión visual sobre el paso entre la infancia y la adultez, o incluso como una representación de la condición juvenil en situaciones de vulnerabilidad urbana. La referencia a los retratados como “chicos puertorriqueños” introduce una dimensión tanto étnica como social, revelando el interés de Arbus por retratar identidades desplazadas, visibilizando a aquellos sujetos excluidos de las narrativas convencionales de la fotografía de clase media estadounidense.
Si bien la fotografía se inscribe en un contexto histórico específico (Nueva York en los años sesenta, atravesada por procesos migratorios, desigualdades estructurales y transformaciones sociales profundas), su contenido adquiere una resonancia que trasciende esos límites temporales y geográficos. La carga simbólica de la imagen se intensifica al interpretarla desde su entramado sociopolítico original. En este sentido, se trata de una fotografía cuyo poder expresivo radica tanto en su inscripción contextual como en su capacidad para interpelar más allá de él.
La fotografía refleja una constante en obras de Arbus, la búsqueda de dignidad y humanidad en sus sujetos, incluso en situaciones de ambigüedad o incomodidad. Esta fotografía puede considerarse universal por su capacidad de condensar múltiples capas de lectura, identidad, clase, niñez, violencia latente, cultura urbana. A través de una estética sobria y directa, Arbus logra convertir una imagen en icónica, cargada de crítica social y resonancia emocional.
En resumen, yo creo que es una imagen que se sitúa entre muy buena e importante, incluso rozando lo imprescindible dentro del corpus de Diane Arbus. Esto es gracias a su fuerte estética, lo que condensa en significados, históricamente representativa y un clásico en obras de la fotógrafa. Además, está repleta de historia y crítica social, que nos hace adentrarnos en la época y nos pone a pensar que es exactamente lo que se quiso contar. Es de esas imágenes que quedan en la historia como icónicas y grabadas en nuestra mente, por su estructura, por su incomodidad, etc.
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